Desde pequeña me llamaban la atención el mundo de la neurociencia, el desarrollo personal y la actuación.

Comencé a explorar mi vocación como actriz autodidacta en dos compañías de teatro; fue así como descubrí el talento inesperado hasta ése momento por el maquillaje, que fue el responsable de que mi foco inicial cambiara de sentido.

Mi recorrido profesional comenzó el año 2004 entre Santiago de Chile y Buenos Aires, Argentina, formándome en Estética Integral, Maquillaje Profesional y Efectos Especiales (mi parte artística quería ir hacia el cine, teatro y FX)

Llegué a trabajar en televisión, editoriales de moda, teatro, ópera, ballet y en grandes eventos nacionales como el Festival de Viña del Mar. Este entorno, lleno de luces y figuras públicas, me dio muchas herramientas, pero también me llevó a conectar con lo que realmente quería. Mi alma inquieta estaba sedienta de aportar en personas “reales” con otras historias y necesidades: sentirse mejor consigo mismas, desde un enfoque más humano, profundo y transformador.

El año 2009 decido dar un giro de vida junto a mi compañero de vida y comenzar una nueva aventura en todos los sentidos.

Llegamos a Barcelona, donde consolidé mi formación en Asesoría de Imagen, Marca Personal y Coaching, integrando todo mi bagaje creativo y emocional, que continúa cada año enriqueciéndose de nuevas diciplinas.

Desde entonces, he impartido clases en escuelas, he trabajado en proyectos sociales y he acompañado a mujeres a conectar su imagen externa con su mundo interior.

Mi maternidad fue un punto de inflexión vital. A partir de ahí nació el año 2020 Clar, un centro de cuidado físico y emocional, donde lideré un equipo durante 5 años con una filosofía distinta, amorosa y experiencial, enfocada en transformar la forma convencional de atender en la peluquería, la estética y asesoría de imagen, con un enfoque holístico, Rituals, mom friendly y vegano.

Hoy, tras más de 20 años de experiencia, mi propósito se renueva: ayudar a las personas a construir una imagen auténtica, libre de moldes rígidos, conectada con quién somos y cómo nos queremos sentir. Porque nuestra imagen es un puente entre la propia esencia y el mundo, y cuando se alinea, nos da fuerza, claridad y libertad de expansión, nos eleva e inyecta de poder personal.

 
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